Al salir al exterior, mire a su izquierda y verá los antiguos claustros y el emplazamiento del refectorio y los edificios domésticos del convento.
Una de las joyas más raras del país es el Crucifijo del siglo XI, que muestra a Jesús todavía vivo en la cruz como el Señor que reina, con la "Mano de Dios" bajando desde arriba lista para recibirlo.
Al contemplar esta cruz, tras haber visitado la Abadía, puede pensar que fue la creencia en Dios la que inspiró y sigue inspirando a sus miles de fieles a seguir las enseñanzas de Jesucristo.