Después de que se descubrió toda la nueva información y se reveló su rostro, llegó el momento de prepararla para su nuevo hogar dentro de esta galería. Después de casi 70 años de estar en exhibición, el ataúd y las capas exteriores de envoltura de la momia debían limpiarse y estabilizarse. Un conservador, especialmente capacitado en la preservación de artefactos, limpió cuidadosamente el polvo acumulado, enderezó las envolturas de lino y volvió a unir algunos huesos faciales que se habían aflojado. Luego se hicieron soportes especiales y se colocaron debajo de su cabeza y pies para mantenerlos seguros. Una vez que recibió este tratamiento especializado, estaba lista para regresar al museo y compartir su herencia cultural con la comunidad de Kalamazoo.